top of page

¿Quién está bajo el objetivo @ypunto?




Mi nombre es Félix y soy @Ypunto_ .


Siempre he procurado pasar desapercibido porque pienso que alguien que se coloca tras una cámara con cierta frecuencia, lo que menos debe hacer es llamar la atención. Por ese motivo escogí este seudónimo. Un punto apenas se nota. Y eso es lo que siempre he buscado.


Recuerdo perfectamente la primera fotografía que tomé. Fue en 1984 cuando atracó en el Muelle Centenario de A Coruña, mi ciudad de acogida, el inmenso “Queen Elizabeth 2”. Estrenaba una Polaroid y tenía 15 años.



Desde ese momento, al ver aparecer la imagen en el soporte plástico de la foto, decidí que me atraía ese mundo. Y nunca más he dejado de hacer fotos. Por cualquier motivo. No importa. El caso es inmortalizar momentos. Atraparlos en el tiempo para convertir lo efímero en permanente.


Mi primera cámara de 35 mm fue una Zenith 12XP. Un hierro robusto y pesado de fabricación soviética que tenía un peculiar sonido al pulsar el disparador. Como cuando escuchas por tu espalda acercarse la moto que te gusta y sabes perfectamente que es ella. Esa Zenith era ella. Luego vinieron otras pero como la primera, ninguna. En aquellos tiempos hacer fotos era caro. Pagabas por el carrete y luego por el revelado. En total te dejabas unas 3000 pelas de la época por 36 fotos que muchas veces... muchas, no servían todas, ni mucho menos. Hoy las borras y listo. Antes las pagabas y te picaba el bolsillo.


Mi otra pasión llegó poco después... las motos. Con 16 años le gorroneaba el vespino a alguna amiga (gracias Cintia). Con 17 y pico no me pude aguantar y después de un verano recogiendo vasos y poniendo copas en locales de la movida coruñesa, me compré la primera moto: una preciosa Honda MBX con placas de matrícula 4444. Inolvidable. Inolvidable la moto, la matrícula e inolvidable el día que me paró un motorista de Tráfico para preguntarme el por qué no llevaba el casco en la cabeza en vez de llevarlo en el brazo (molaba más que se viera la cara).

Lo peor vino cuando me pidió un carnet que no tenía y me extendió una linda receta de 25.000 pelas que no tenía. A cambio de no pagarla, debería de presentar en la sede de tráfico la licencia para conducir la moto. Y eso hice. Fui a tráfico y saqué el permiso para conducir ciclomotores. La funcionaria hizo el resto con su despiste y la multa quedó anulada.


Evidentemente empecé a sacar el carnet (A1) para esa moto y tras aprobar la teoría, me presenté en el puesto de examen a 12 kms de casa, conduciendo la moto. El examinador me miró por encima de las gafas e intuyó que como ya acudía en moto, iba a examinarme para subir de categoría (A2), y así confirmó mi pericia y habilidad. Está claro... tenía la suerte de cara.




Paralelamente, mi afición por las fotos fue creciendo. Me matriculé en la Escuela de Arte Pablo Picasso y cursé estudios en Diseño Gráfico, Fotografía y a la vez en Marketing. Nunca se sabe, todo sirve, para finalmente terminar trabajando para el sector “SEGUROS”. No vino mal.

Después de la Honda, como ya tenía “carnet de moto grande”, vino una Suzuki 500 con la que tiré bastantes años. Después, debido a una caída, dejé las dos ruedas, pero el gusanillo estaba dentro y finalmente, una Triumph Boneville se instaló en el garaje. Ahí sigue, y así seguirá. Es La niña de mis ojos aunque comparte refugio con una vieja K75 reformada, a la que tuve mucha manía en su momento, pero que acabé cogiendo cierto cariño.


En cuanto a la fotografía, al final encontré la manera de compaginar las dos ruedas con las cámaras. De fotografiar lugares abandonados durante un tiempo, en donde encontraba magia, a gente por la calle sin que se dieran cuenta, pasé a fotografiar motos, eventos, pilotos, hierros oxidados en muchas ocasiones que tienen aún mucho que decir, y caras melladas y arrugadas, que tienen mucho que contar.








A día de hoy, para mi las motos y la fotografía forman un tándem perfecto al que voy subido y pedaleo solo, pero que me apasiona.





bottom of page